jueves, 28 de mayo de 2015

29 de Febrero. Capitulo 3.








Capitulo 3. La persecución. 



— Creo que ganaste. — Decía Susana detrás de mí.

— Sí; eso creo. — Todavía no había salido de mi asombro, David seguía riendo en el piso. No entendía que era lo que le hacía tanta gracia—. Así es; he ganado.

— Bueno, mi trabajo aquí ha terminado. — Me dio una pequeña palma en el hombro, ¿Cómo que su trabajo? La mire intrigado—. Ya entenderás a lo que me refiero. — Dijo mientras empezaba a caminar.

David había dejado de reír y se levantaba del suelo. Se paro frente a mí y me observo con determinación.

— Has ganado la apuesta; felicidades. — Tenía una sonrisa en su rostro.

— Sí, es verdad; he ganado. Le he ganado al rey. — Mi tono de superioridad era notorio.

— ¡Ja! Pero no te creas… sabes que esta parte de la apuesta no es lo más difícil. Todavía te toca atrapar el premio y eso si que va ser un reto. — Guiño el ojo, mientras me dedicaba una sonrisa picara.

— No me importa, lo voy a conseguir. — Estaba decidido.

— Esta bien, ahora déjame y te veo. — Sujetó mi rostro entre sus manos; me examino. Miraba con mucho cuidado cada lugar—. Veo que no te has lastimo ni un centímetro de tu dulce rostro. — Rozo su muñeca por mi rostro.

— Me quieras explicar todo esto ¿Qué te pareció tan gracioso?

— Qué me pareció tan gracioso; tu rostro lleno de ira y celos ¡ Jajajaja! Como saliste a defenderme; solo porque ese chico tratarme de besarme. Por favor, si yo podía solucionar ese tipo de problema. Solo era una pobre ovejita que había perdido una apuesta pero no quería aceptarlo; deseaba reclamar su premio. Un beso. — Rozó la yema de su dedo sobre sus labios.

— ehhh… bueno…— No sabía que decir. Él tenía toda la razón, estaba bastante acostumbrado a todo esto. Podía haber solucionado ese inconveniente solo. Pero no; tenía que ir y golpear a ese muchacho en un arranque de celos. Que tonto había sido, pero no importa había ganado y ahora podía reclamar mi premio. Me sonreí al pensar en ello—. Entonces mañana es 29, es el día que hemos pactado.

— Así es; para ser precisos tienes hasta las 11:59:59 pm para atraparme. Solo te advierto, no va ser nada sencillo.

— Eso lo sé. — David sonrió y se marchó.


Llegue a mi casa, bueno más bien la pensión en la que estaba viviendo desde que empecé a estudiar. Entre a mi cuarto y me tire en la cama, solo quería dormir. Mañana va a ser un día larguísimo. Mientras me caía en mis sueños, recordé como me conocí con mi amigo y de paso como me había enamorado de él.

Nunca he sido una persona muy sociable. Nunca he tenido muchos amigos, a decir verdad nunca he tenido amigos. Siempre he estado en mi propio mundo, en mis propios problemas. En la secundaria recibí un par de confesiones de amor, pero a ninguna le di importancia. Estaba en mi primer año; había decidido estudiar arquitectura porque quería crear arte en el que las personas pudieran vivir. Un caluroso día, iba tarde para mis clases porque el despertador no había sonado, o más bien no lo había escuchado. Caminaba a toda prisa por los pasillos de la facultad, cuando de pronto tropecé. 

— Pero qué carajo. — Decía mientras me trataba de levantar. Me era imposible, estaba atrapado entre las piernas de un chico que se encontraba tirado en el piso. Me zafé lo más rápido que pude y me acerque a él, preocupado de que algo le hubiese pasado y por eso estuviera allí. Tenía el cabello largo y los ojos cerrado con unas hermosas, oscuras y coquetas pestañas, poseía rasgos finos pero masculinos; me sonroje de solo verlo allí tranquilo.

De momento el chico empezó abrir los ojos, yo estaba a escasos centímetro de él. Ese joven me miro confundido, me separe de golpe no quería que malentendiera lo que había pasado. Pero él me sujeto por la muñeca y me atrajo hacia si mientras me sonreía.

— Que lindo angelito—. Mi corazón empezó a latir como loco—. Aunque es de mala educación despertar a las personas cuando están dormidas. — Me levante, no podía creer lo que decía, con que cinismo me regañaba a mi por haberlo despertado si por él casi me mato.

— Me podrías decir qué haces allí dormido, esta no es tu cama. — Lo moví con el pie, él me ignoro y se dio media vuelta—. ¡¡¡Eyyy, te estoy hablando!!! Qué haces allí dormido; levante.

— Para ser un angelito, haces mucho ruido. Está bien, está bien. — Se levantó del suelo mientras movía su cabello, puede apreciarlo mejor. “Tiene un muy buen cuerpo y esos jeans ajustados le quedan muy bien… en qué estoy pensando” Me regañe a mi mismo por mis pensamientos; era un chico lo que tenia delante de mi.

— Respóndeme qué haces dormido aquí.

— Mucho gusto David, primer año de medicina. — Estiro su mano para saludarme, había esquivado mi pregunta—. Por cierto, casi nadie me conoce con ese nombre todos me llaman el rey, el rey de la astucia.

— Claro, como digas. — Respondí indiferente—. Camilo, primer año de arquitectura. Cómo es eso de “todos me conoces”… estas en primer año, las clases iniciaron hace poco.

— Tengo una reputación que me sigue a donde voy. — Sonrió—. De casualidad, no quieres apostar conmigo.

— Ni de broma, eres alguien raro. Mejor me voy.

Todo el día en clase estuve escuchando relatos de un chico de primer año que era un famoso apostador, él cual nunca había perdido una apuesta. Lo conocían con el nombre del rey, además de ser muy guapo. Ese comentario venia tanto del lado de las chicas como el de los chicos.

— Jmp, así que si era verdad. Eres toda una celebridad. Pensé.

Cuando las clases terminaron, me dirigía salir. Iba tranquilo por uno de los pasillos leyendo un libro. Cuando tropecé y caí al piso. Trate de levantarme pero un brazo me sujeto. Abrir los ojos y frente a mí estaba David. — Hola Camilo—. Fue lo único que me dijo. Lo observe detenidamente había algo en sus hermosos ojos claros que me habían cautivado, mi corazón se volvió loco, él solo sonrió.

— Veo que se te está volviendo costumbre. Me decía mientras se levantaba y ayudaba a levantarme.

— Y a ti dormirte en los pasillos. — Conteste de mala gana, levante mi libro del piso.

— Esta vez no estaba dormido.

— No me digas. — Me sacudía la ropa.

—Sí, te estaba esperando. — Mi respiración se detuvo en ese momento.

— A mí… por qué. — Pregunte tímidamente.

— Pues. — Sujeto mi barbilla y me obligo a verlo—. Porque, eres mi ángel.

Esas palabras, sus gestos, su rostro, su sonrisa. No estoy seguro que fue pero desde ese día quede enamorado de él.


Mi celular sonó muy temprano, me había llegado un mensaje. Lo abrir.

Que empiece el juego... David



Si así inicio el día con la amenaza de mi amigo. Sabia que esta no iba hacer una batalla fácil pero debería conseguir la victoria.

Llegue a la universidad y pregunte por él a todo el que se me atravesara. Normalmente el rey es una celebridad, así que todos están al pendiente de que hace, saben a que hora tiene clase, en que salón, con que profesor, cuando no entra al salón, cuando se sale antes, en fin cada detalle de su vida. Pero ese día nadie lo había visto, tal vez fue muy iluso de mi parte pensar que lo encontraría en la universidad. Era el rey después de todo no se iba a dejar atrapar tan fácil.

Las clases iniciaron, mientras el profesor dictaba la temática, yo me encontraba tratando de resolver dónde podría estar metido mi amigo.

— Cómo terminaron las cosas. — Pregunto Susana detrás de mí.

— Todavía no han terminado. — Le respondí indiferentemente.

— Explícate.

— Puede que haya ganado la apuesta, pero para reclamar mí premio— el cual obviamente no le iba a decir— primero debo encontrar al rey y solo tengo hasta las 11:59:59 pm de hoy.

— Que especifico. Pero dime, qué tan difícil puede ser que encuentres al rey, con lo popular que es.

— Pero no vio hoy a la universidad. — Dije desanimado.

— Eso es apenas obvio; por favor, creías que te la iba a poner tan fácil. Pero no te desanimes. — Palmeo mi espalda—. Tú eres su amigo; debes conocerlo, a donde va, que le gusta hacer, en fin algo que te de una pista de donde puede estar.

— Mmmm, tienes razón. — Pero aunque así fuera, no conocía a David lo suficiente. Sabía que le gustaba ir a hacer paintball, de vez en cuando ir a una cafetería que quedaba cerca de la u o a ver alguna película. Del resto no sabia nada, no estaba seguro ni donde vive.

Las clases terminaron y con mi pequeña lista de lugares en los que podía estar el rey, a la cual termine incluyéndole un parque de diversiones en el centro y una galería de un amigo en común. Salí a hacer mi recorrido.


El primer lugar a visitar era la cafetería que quedaba cerca a la universidad. Era un lugar pequeño lleno de afiches surrealista y en el cual las camareras vestían pequeñas minifaldas blancas, ya era obvio porque le gustaba venir aquí. Me senté en una mesa y lo busque por el local; como era de esperarse allí no estaba. Una de las camareras, una chica delgada y de cabello rojizo, se acercó.

— Qué quieres tomar. — Preguntó. Pensé en tomar cualquier tipo de bebida y salir a seguir con mi lista.

— ¿Tienes capuchino? — Ella asistió con la cabeza—. Está bien, traer uno. — Salió a buscarlo.

Saque la hoja de papel donde había escrito los posibles lugares para encontrarlo. Tache el nombre de la cafetería de allí. Un nuevo mensaje llego a mi celular.

Como va tu búsqueda ;)

¡Ahhh! Tan típico de él; siempre provocándome. Como si de por si ya no fuera absurda toda esta búsqueda ¿Por qué simplemente no me daba mi premio y ya? Tras pensar eso me decepcione, tal vez David no tenia la más mínima intensión de pagar la apuesta. En ese momento llego la chica con mi pedido.

— Aquí tienes.

— Gracias. — Pague enseguida, debía seguir mi camino; pero se me ocurrió algo — Disculpe, de casualidad usted no conocerá al rey.

— ¡Oh sí, claro! — Contesto animada — Él es tan guapo y popular, es conocido en casi toda la cuidad. Nunca ha perdido una apues….

— Ha venido aquí hoy. — La interrumpí.

— No, hoy no ha venido.

— Gracias. — Tome mi orden y me fui de allí.


No sabia hasta que punto esta búsqueda iba a tener resultado. Empecé a buscar en cada uno de los lugares que había marcado. En la cancha de paintball, en el cine y por último en el parque de diversiones. No había tenido éxito en ninguno de ellos. En todos estos lugares él era conocido y todos sabían de su vida, pero este día nadie lo había visto.

Me senté en una banca cerca del parque de diversiones, ya había gastado mucho de mi tiempo en esta estúpida lista. Lo más probable es que no lo iba a encontrar. Me acomode en la banca y observe el cielo, había oscureció serian mas o menos las ocho de la noche. En ese momento me llego un nuevo mensaje.

Como va tu búsqueda, espero que no olvides el plazo máximo.

11:59:59

Yo que tú no perdería el tiempo.



Claro era tan fácil decirlo, como él no era el que había recorrido de arriba para abajo la cuidad sin ningún rastro ni ninguna pista. ¡¡¡Ahhh!!! Estaba totalmente frustrado. Mire la lista que tenia en mis manos. El único lugar al que no había ido era una pequeña galería del amigo de David, se podría decir que también era amigo mio, o tal vez no. Decidí ir allí, era la única esperanza que aun guardaba.

Entre en el salón de Luigi, el pintor, estaba todo cubierto de sabanas blanca tal vez tendría alguna exhibición y no quería que alguno viniera; y vieras las obras antes de estar terminada.

— Luigi, estas aquí. — Lo llame.

— Hola, Camilo. Tiempo si verte. — Él era un hombre de mediana edad con falso acento italiano; a David le gustaba venir a molestarlo, así que un par de ocasiones habíamos venido juntos.

— Hola. — Conteste—. Oye, se que esto suena extraño, pero no has visto a David.

— Oh no, no lo he visto. — Allí se habían ido mis esperanzas—. Por lo menos hoy no. Pero ayer en la noche paso por aquí, me dio una idea para un cuadro.

— Ahhh, ya veo. — No me servía que él hubiese estado allí ayer, necesitaba saber dónde se había metido hoy—. Bueno entonces, me voy. Te dejo que continúes con tu trabajo.

— Espera camilo, no quieres ver la pintura ya esta casi terminada. — Me sujetó por el brazo y me arrastro al fondo del salón—. Y qué tal; qué piensas.

— Es un ángel. — Le conteste.

— Si exacto, nunca antes había pintado uno. Pero ya sabes cómo es el rey de intente dijo que había soñado con la pintura de un ángel y yo volviéndome famoso. ¡Ja! Que tonterías, pero bueno quise complacerlo en su capricho.

De hecho si que lo había complacido. Luigi había pintado un pequeño ángel saliendo del agua con un cielo hermosamente nublado de fondo. En ese momento recibí otro mensaje.

11:59:59

¡Ahhh!! Ya me tenía arto con sus mensajes, no tiene que estar recordándome constantemente el límite de tiempo. Además por qué ser tan explícito, no era suficiente con decir media noche; realmente este chico a veces me saca de quicio. Observe nuevamente a pintura.

—Diablos, que estúpido soy— Dije en voz alta y salí corriendo de allí

Caminaba a toda velocidad por la calles, mire el reloj las 11:00 pm. Todavía tenía tiempo de llegar. Eres un estúpido; me regañe a mi mismo por no haberlo pensado antes. David no me estaba dando un máximo de tiempo, lo que quería decirme es que esa iba a ser la hora exacta de nuestro encuentro. Tan típico de él ponerme a buscarlo como loco todo el día, cuando en realidad tenia la intensión de darme una única oportunidad; ese único momento. Para completar todo, hasta una pista me había dejado con Luigi, tenía todo calculado. Me detuve de golpe. Pero si esto es así, entonces David quería que lo encontrara. Esa era su intensión desde el principio, es más, si el hubiese querido me habría hecho reír en el momento que inicio todo esto. Eso quiere decir que él había decidido perder la apuesta desde el mismo instante en que la iniciamos. No, no, eso no podía ser. No había forma de que él supiera lo que iba a pasar con el chico que lo estaba atacado…. o tal vez… solo estaba esperando el momento en el que yo hiciera cualquier cosa para él empezar a reírse y perder la apuesta. Todas esas dudas daban vueltas en mi cabeza mientras caminaba hacia al lugar en que cual estaba seguro que se encontraba el rey. Nuestra universidad.

Frene en la puerta de está y mire el reloj eran las 11:45 todavía tenia tiempo. Pero las puertas ya se encontraban cerradas. Recorrí el perímetro hasta encontrar una pared lo suficientemente baja como para poder escalarla. Después de unos minutos la halle, subí en ella y caí del otro lado. Estaba en la zona 4 la facultad de leyes, debería recorrer casi medio campus para llegar a mi destino. Me incorpore y empecé a correr, mientras seguí mirando el reloj. Eran las 11:56 cuando llegue a puerta de mi facultad, comencé a subir las escaleras hacia el pasillo donde me había encontrado por primera vez con él; estaba seguro que este era el lugar donde se encontraba. Camine rápidamente hasta llegar al inicio del pasillo mire el reloj 11:59, recorrí el lugar lo mas rápido que puede y me detuve justo en el lugar donde hace 2 años me había tropezado con aquel chico, pero estaba vacío no había nadie allí. Mire la hora 12:00, decepcionado me tire en el piso, recogí mis rodillas y agache mi cabeza.

Había perdido la única oportunidad que iba a tener en mi vida de poder acercarme de manera segura a mi amigo. Había sido un tonto, llevaba años tratando con él, cómo era posible que no entendiera su forma de actuar; era un tonto un completo tonto. Una lágrima se me escapo y antes de que cayera por mi rostro una suave mano la seco. Alce la vista y entre la penumbra puede contemplar el hermoso rostro de mi amado.

Mi ritmo cardíaco se acelero, así que allí había estado. Pero ya era muy tarde, no pude llegar a tiempo. Sabia que David era muy apegado a sus reglas y esta era obviamente mí derroto. Lo mire con tristeza, él me devolvió una mirada confundida.

— He perdido. — Le susurre—. No llegue…— No puede terminar la frase, él me sujeto por la muñeca y me atrajo hacia su cuerpo. Se aferro a mí y deslizo su mano por mi espalda.

— Me has encontrado… creo que el rey ha caído.

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