Nota del autor: Espero que al llegar a este punto le hayan tomado cariño a los personajes de este fanfic. Como comente al principio, esta historia es algo que no podría volver a escribir, aun si lo intentara. El contenido fue modificado solo un 3%. Antes de dejarlos con este corto extra, que se sitúa varios años después, quiero decirles que es muy... muy..muy dulce. >////< No recordaba haber escrito algo así (ahora me avergüenza un poco). Con mi estilo de escritura actual no creo ser capaz de escribir un final tan dulce como este.
No siento más; disfruten el extra.
Mayben~
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Episodio extra.
La vida continua.
-Amor, feliz aniversario.- Me decía Santi detrás un
gran arreglo de rosa amarilla, mis favoritas.
- Gracias.-
Le sonreía mientras lo rodeaba con mis brazos. Permanecimos sentados en uno de
los sofás de la sala. Con las manos entrelazadas mientras veíamos nuestros
anillos de bodas.
- Ya ha
pasado mucho tiempo.- Comentaba él.
- Ni
que lo digas. Aunque todavía no puedo creer que nunca notaste mi brillante
presencia.- Tenía un tono burlón.
- Es
que era muy fastidiosa.- Respondió él arrogante.
- Mira
quien lo dice.- Echamos a reír.
- Pero
debo admitir- interrumpió- que nunca olvidare el día que llegaste a mi puerta toda temblorosa y nerviosa.
- Qué
más podía hacer. Después hablar con él...
ahhh todavía no puedo creer la manera como tan fresca como me dijo “por
cierto creo que debemos terminar” yo era la que tenía que tomar esa decisión no
él.- Mi esposo puso sus manos sobre mis brazos-. Pero fue por él que al final
me decidí a ir y decirte lo que realmente sentía. Siempre te había querido pero te era indiferente y no estaba dispuesta aguantar él que me rechazaras. A
decir verdad era muy cobarde. Y después él me dice “qué más da si te rechaza;
crees que el vivir con miedo es algo que le quede bien a alguien con una personalidad
tan deslumbrante como la tuya”.
- Debo agradecerle
eso toda la vida. Ese día estabas tan hermosa con aquel vestido gris hasta las
rodillas y el cabello suelto. Pero lo que más me impresión es que estuvieras
enrojecida y que me miraras tan decida. No me diste la oportunidad de decirte
nada cuando me dijiste mi mas “te quiero, siempre lo he hecho y si tú no
quieres estar conmigo… te lo pierde”. Fue allí cuando me termine de convencer
que quería estar a tu lado por siempre.
- Cómo
no, si soy el premio mayor después de todo- volvimos a reír- y lo luego pasaron
los años… y yo no la tenia fácil ¡ehh! Había un montón de chicas detrás de ti. Pero
tenían que entender que eras mio.
- Bueno
tú también eras muy popular en la universidad.
- La
pareja divina.- Dijimos al mismo tiempo.
-Que
apodo más común. Nunca me gusto.- Comente-. Aunque si yo estaba nerviosa el día
que me declare, tú no te quedas atrás cuando me pediste matrimonio.
- Cómo
no iba a estarlo era la decisión más importante de mi vida.
-
Jajaja pero te veías muy gracioso. No creo que haberme invitado a pasear por
la playa antes de pedírmelo era la mejor de las idea. Ese día había mucha
brisa. Simplemente estabas allí tratando de articular las palabras. Me pregunto
cuanta arena habrás tragado.
- Mucha, créeme. Pero valió la pena.
- Realmente
estaba muy feliz cuando me dijiste “quieres casarte conmigo”.
- Yo
fui aun más feliz que no tardaras demasiado en contestarme.
Seguimos
viendo nuestros anillos.
-
- Pero lo que me sorprendió fue ver a Sam llegar con Andy el día del
ensayo.
- - Sigo sin entender por qué te sorprendiste. Eso dos al final iban a
terminar juntos, era más que obvio. Además no tenías porque arrojarlé la copa de
vino encima.
- - Se lo merecía por haberse ido
sin decir nada. Y lo dice él que le pego apenas lo vio.
- - Se lo merecía por haberse ido sin decir nada.- Me imitó-. Bueno al
final cumplió su promesa. Sabes aquel día que recibí su llamada cuando íbamos
saliendo del salón. No me dijo gran cosa pero si me hizo prometerme que
cuidaría de ella mientras pudiera. Y
allí entendí que él la ama y haría lo imposible para volver a estar a su lado.
- - ¡Ja! Y ahora nuestra amiga es la esposa de un mafioso.
- - ¡Ja! Y una abogada hablando de moral. No te habías prohibido juzgar a las
personas.
- - Solo lo decía molestando. Oye-
me acerque a él- por qué no le decimos a ese par que venga mejor mañana y nosotros
nos quedamos solos.
- Porque ese par ya están aquí.- Decía Sam que venia junto con Andy
atravesando el lumbral-. Idiota, eres una lujuriosa.- Me acusó.
- - Cerda, cómo te atreves.- Me levante de inmediato.
- - ¡Ah! este par nunca cambiaran.- Decían nuestros esposos a unisilabo.
- - Mami.- Se escuchó una pequeña voz detrás de Andy-. No peles con la tía
Camila.- Se asomó una hermosa cabecita de cabello largo color chocolate.
- - Así es como ellas se demuestran su amor.- Le respondía Santi que se
había acercado a revolver sus cabellos.
- - ¡¡Tomas!!- Gritaba alegre una pequeña niña de cabellos rizados y
rubios que se había percatado de la presencia del pequeño. Corría rápidamente.
Para ahogarlo en un abrazo.
- - Clara, me ahogas.- Decía el pequeño a su compañera.
- - No importa, mi tía Sam te curará. Te extrañe.- Comentaba infantil y
alegre.
Allí
estaban, nuestros niños. Clara, mi hija era
mayor por un año que Tomas el pequeño hijito de mis amigos. Los dos se trababan como hermanos aunque a los adultos nos trataban de tíos. Era divertido verlos junto, siempre riendo.
-
- Mamá, tía Sam. - Nos llamaba Clara-. Me puedo casar con Tomas cuando seas
mayor.
- - Que cosas dices Clara. Además mira si siempre vives maltratándolo. Cómo
va a querer que seas su esposa.
- - Eso seguro que lo saco de su madre.- Comentaba Sam.
- - Lo dice la esposa de un mafioso.-
La apunte con él dedo.
- - Qué acabas de decir…
- - Mamá, tía Cami.- Nos interrumpió Tomas-. No hay ningún problema.- Estaba junto a Clara, tenían sus manos
sostenidas-. Papá y el tío Santiago
dijeron que no había problema en que Clara y yo nos casáramos.- Las dos
volteamos a ver a nuestros esposos que tenia un sonrisa burlonas en sus rostros.
- - Bueno Andy- suspiró mi esposo- creo que estamos condenados a ser
familia.
- - Si, que se puede hacer. – Respondió él encogiéndose de hombros.
- - ¡¡Sí !!- Gritaron los dos niños muy felices.
Todos
rompimos en carcajadas. Era agradable tener a los seres queridos cerca. Quién sabe lo que traiga el destino y al
final si estemos destinados a ser familia.
*********
Esa mañana había hablado con mi pequeño
sobrino Tomas. Me encantaba ese niño era muy despierto. Pero odiaba cuando mi
hermano lo mandaba a llamarme solo para tomarlo de excusa y no venir a
trabajar. Desde que se casó se ha vuelto tan perezoso, según él tiene
“obligaciones” que cumplir.
- Por lo menos aparece cuando realmente lo necesito- Dije en voz alta.
Esa
mañana tenía una reunión con quien había pasado a tomar el control del bando sur, después de la “inexplicable”
muerte del líder anterior. Estaba acomodado en la amplia silla forrada con
cuero de mi escritorio. Di una vuelta en ella y quede observando el cuadro que
una vez me había traído de la cabaña donde Sam estuvo viviendo un tiempo. Era
un abstracto en tonos azules y purpuras. Aunque las tonalidades eran frías a mí
siempre me había trasmitido calidez. Me gustaba mucho. Una vez le pedí que pintara uno igual para mi recamara, pero se
negó. Argumentando que esa había sido una faceta momentánea que la inspiración ya
se había desaparecido.
- Armó una rabieta para que no la obligara a continuar estudiando. Para
al final, volver a retomar sus estudios. Que niña tan caprichosa.- Murmuraba-. Por lo menos es de mucha utilidad en la organización.- Comencé a reír-.
Si me oyera diciendo eso me mataría.
Llamaron a la puerta.
-Pase.-
Conteste.
Atravesó
la puerta una hermosa joven de largo y negro cabello, ojos chocolate y labios
finos. Llevaba una camisa blanca ajustada, una falda azul ceñida hasta los
muslos con una abertura en el lateral izquierdo, tacos altos rojos y accesorios
a juego.
-
En que puedo ayudarte.- Dije.
- Gracias.- Se acercó- Carolith- extendió su mano- creo que somos
camaradas.
-
No sabía que el mando del bando sur lo había tomado una mujer.
-
Tienes algún problema con ello.
-
No me malentiendas, solo me sorprendí.
-
Claro como digas.- Dijo seca.
-
Veo que esto será una reunión muy fría.
-
…- no me respondió y me miró con odio.
Quedamos en silencio. Hasta que sentí que
entre mis piernas se movía mi pequeño gato negro, que caminaba hacia donde
estaba ella.
-
TIFF ven aquí- lo llame.
-
Ahhh quítalo- gritó ella- por favor.- Estaba estática, temblando mientras
mi mascota acariciaba su muslo.
- Tranquila.- Me levante y lo retire de allí-. Estás bien.- Le pregunte.
Pero de momento rompió en lágrimas. Estaba desconcertado así que por inercia la
abrace para tratar de calmarla-. Vaya quién lo diría y yo que pensaba que eras
de hielo.
- Es solo que le tengo fobia.- Se alejó de mi. Tenía los ojos llenos de lágrimas
y estaba sonrojada; se veía adorable.
- Ten.- Le ofrecí un pañuelo.
- No te preocupes ya tengo uno de eso.- Buscó entre su bolsillo y saco su
propio pañuelo o más bien mio…
- De dónde sacaste eso.- Le pregunte al reconocer el color y el bordado
característico de todos los que eran de mi propiedad.
- Me lo distes tú hace varios
años ya.
- Espera no me digas que…- recordé en ese momento- tú eres la hija menor
del antiguo jefe del sur. Que estaba llorando sola en el jardín porque ella no
quería llevar la vida que su padre llevaba.
- Si exactamente. Tienes mala memoria.
- Un poco. Si. Pero al final terminaste tomando el cargo.
- Si, pero lo hice por una razón.
- ¿Cuál?
- Si el destino se había tomado el tiempo para armar todo y que nos
conociéramos. No podía permitir que me dejaras atrás tan rápido.- Me miró decidida, con sus mejillas encendidas.
- Claro, no hay que menospreciar
el trabajo del destino.- Le sonreí y acaricie su mejilla, deslizando las
lagrimas. Ella me respondió con una hermosa sonrisa.
Así
que el destino.- Pensé-. Bueno destino quiero ver que me tienes preparado.

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