lunes, 16 de marzo de 2015

Diez cosas que hacer antes de morir.




Temática: BL BoyxBoy

Clasificación: +18

Nota de autor: Este es otro de los escritos que hice cuando el tema del fin del mundo por el calendario maya estaba en todo su furor. Trata de un chico obsesionado con ese tema que decide completar sí o sí su lista de deseos. ¿ Alguien tiene una lista de deseos para antes de morir? El escrito es algo explicito pero espero les guste.

Mayben~

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1. Leer más de 100 libros. Listo. Ahora mismo estoy a 3 páginas de terminar el número 102.

2.   Visitar varios países. Listo. Realmente fueron unas divertidas vacaciones.

3.  Dejar mi empleo de mierda y buscar uno que me agrade. Listo. Y la cara de mi jefe cuando le dije vallase al carajo no tiene precio. Ahora trabajo como programador de juegos online desde la comodidad de mi casa.

4.     Convertirme en un casanova. Listo. A estas alturas el teléfono no paraba de sonar a ninguna hora.

5.    Dormir más de 20 horas seguidas. Listo. 28 para ser exacto si las ganas de ir al baño no me hubiesen ganado seguro tendría un nuevo Record Guinnes.

6.    Conocer a mis ídolos de mi adolescencia. Listo. Ese fue un concierto para recordar.

7.     Hacer llamadas a todas las personas que siempre me disgustaron y nunca se los dije. Listo.  Aunque ahora tengo menos amigos que antes y  mis padres están un poco molestos.

8.   Agradecerle personalmente a la chica que me dio mi primer beso. Pendiente.

Sonara loco y descabellado pero después de investigar tanto como yo lo he hecho, el final del mundo inevitablemente ocurrirá el 21 de diciembre de 2012. No podía irme de este mundo dejando asuntos pendientes. Ese no era mi estilo. Por lo que escribí esta lista y durante aproximadamente un año y medio me he puesto en la tarea de cumplirla. Ahora mismo estoy casi a punto de terminarla. Tal vez sonaré psicorigido, pero no podré descansar en paz sino la cumplo totalmente.


Ahora bien el octavo pendiente es encontrar a la chica que me dio mi primer beso y agradecérselo. Ante todo, soy un caballero. Para la época de mi primer beso, 13 años, admitiré que no era muy agraciado por lo que no sé qué impulsó a Ángela, así  se llama, a besarme. Me dio la confianza que necesitaba y no se lo agradecí nunca. Fue difícil encontrarla pero después de una larga búsqueda descubrir que no estaba tan lejos como pensaba. Vivíamos en la misma cuidad y me preparaba para darle una visita.

Me arreglaba un poco en el espejo. Ojos verdes oscuros, cabello chocolate no muy largo, tez trigueña, rasgos sencillos, algo delgado pero muy conservado- se lo debo a las secciones de gimnasio- a decir verdad, estaba como quería. Me miré nuevamente, llenándome de halagos y aumentando mi ego. Era una costumbre que tenía de tanto en tanto.

Toque el timbre.

-   Qué se te ofrece.-  Atendía la puerta una joven de cabello largo hasta la cintura, tez clara y ojos marrones. Ángela; había cambiado un poco pero la supe reconocer.

-      Ángela  ¿Cómo estás?  ¿Me recuerdas?

-    -  La verdad no.- Dijo seca.

-  - Si claro, ya han pasado varios años. En fin; soy Martín estudiamos juntos de niños.
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-   ¿Martín?- Me observo de arriba-abajo-. No me dirías que… pero como has cambiado, para bien por lo menos.- Echó a reír.

-     Si lo sé.

-     -  Pero pasa, pasa.- Me abrió la puerta. Nos sentamos en el salón-. Qué te trae por aquí.

-    Pues veras, esto podrá sonar muy raro pero bueno… el mundo se acabará el 21 y estoy tratando de cumplir una lista de cosas que quería hacer.- Me miraba desconcertada. La entendía, debería pensar que estoy loco-. En fin, una de las cosas que tengo que hacer es decirte; Gracias.

-    -   ¿Gracias?

-    -  Sí. Tú me diste mi primer beso te lo agradezco en serio.

-   - Ahh… hombre…- calló un momento-. Pero no es para tanto, solo lo hice porque alguien me retó.- Echó a reír.

-    Ehh… no importa, era lo que te venía a decir. Bueno me voy, tengo cosas que hacer.

-    Bueno, bueno.- Se levantó y me acompaño a la puerta.

-   - Cuídate.- Le di un pequeño beso en la mejilla.
-         
   Va… debes estar loco.- Seguía riendo.

-    - Y vaya que si debes estar loco.- Una voz masculina nos interrumpió.

-  - Sebastián eres un mal educado.- Regañaba Ángela a un chico de unos 180 o más, cabello marrón largo y ondulado, tez clara pero algo bronceada, ojos oscuros, con una sonrisa a medio lado y de contextura tonificada.

-    Cómo puedes decir eso; si tú le dijiste lo mismo.

-    - Sí, pero yo lo conozco. Tú no.

-    Si ese es el problema.- Se acercó rápidamente y sujetó con fuerza mi mano-. Mucho gusto Sebastián, por cierto debes estar loco para creer todo eso.- Sonrío por lo bajo.

-    Disculpa a mi hermano.- Comentaba ella.

-     No te preocupes.


Escuchaba las instrucciones del instructor. Estaba a punto de lanzarme en parapente de una colina. No estaba entre mi lista porque ya lo había intentado una vez antes. Todavía pensaba en el hermano de Ángela pero no lo recordaba de antes. Me acomode y lancé. La brisa golpeaba fuerte contra mi rostro, de pronto vino a mi mente la imagen de un chico de primaria con lente que sujetaba la mano de Ángela durante uno de los festivales del colegio. Claro, ese debía ser Sebastián. Solo lo había visto una vez y sí en la ocasión pasada hubiese llevado  gafas tal vez, lo habría reconocido.

El grupo de asistentes me ayudaban a quitar el equipo de encima del cuerpo. Busqué en mi mochila un poco de agua.
-    
   -  Practicas esto muy seguido.- Volteé a ver quién me hablaba. Allí estaba Sebastián, quitándose su equipo.

-   -  Realmente no, es la segunda vez que lo intento.- Estaba algo sorprendido de verlo allí.

-    Oh, bueno para mi es más un hábito. Disculpa, si fui grosero en la casa de mi hermana, solo me causó un poco de gracia que tuvieras una lista y todo el rollo con el fin del mundo.

-    No te preocupes.- Trataba de no mostrar que me afectaba que lo tomara tan en juego.

-    Dime Martín, por qué crees en eso.- Lo miré extrañado. Al parecer entendió ya que continuó-. Ah… tu nombre se lo escuche a mi hermana.

-   -  Ah ya. Pues veras.- tome asiento en el pasto. Él siguió el gesto-. Después de mucho investigar profecías, fechas, lugares, hay muchas cosas que concuerdan. La fecha no puede ser una simple coincidencia. - Continué explicando mis razones por un buen rato, no sé si él me escuchaba o fingía hacerlo pero no me importaba.

-    -  Bueno entonces que te falta por cumplir en tu lista de todos modos mañana ya es 21.

-    -  Pues, después de visitar a tu hermana faltaría el número 9. Cumplir mis dos fantasías sexuales. De las cuales ya he hecho una de ellas.- Comente un poco avergonzado.

-     -  Venga hombre y por qué nada más dos.

-      -  Lo siento por no ser una persona de una imaginación tan poco activa.

-    …- Echó a reír-. Cómo que no; si hasta una lista tienes. Bueno ya cuéntame cuales son las dos fantasía.

-   -  Bueno, la primera era hacerlo en una biblioteca. Esa la realice hace como 2 semanas.

-     -  ¿Con la bibliotecaria?

-    ¡Cómo crees! Con una chica que iba muy regular a la biblioteca y leía montones de libros de contenido erótico.

-      ¿Cómo sabias su contenido?

-      He leído varios.- Decía en bajo tono y ruborizado.

-      -   Ah… veo y  la segunda cuál es.

-      -  Pues veras…- dude un momento en contarle- hacerlo con público, con muchas personas viéndome.

-   Pero esa esta fácil.- Sujetó mi mano y me arrastró hasta su auto-. Tengo un amigo en un bar nudista donde la especialidad son ese tipo de espectáculos. Veras esa fantasía es más común de lo que piensas.- Abrió la puerta de su auto-. Qué dices; me acompañas.

-    Por qué no.- Estaba decidido a cumplir mi lista.


Después de casi media hora llegamos al club. Era un lugar apartado con estilo campestre. Nunca me había imaginado este tipo de lugares con este estilo particular. Caminamos hacia una enorme habitación decorada al estilo vaquero con montones de sillas a los alrededores. En la tarima estaba una chica ejecutando su espectáculo con sombrero de vaquera y nada puesto en el cuerpo. Recorrí el salón de derecha a izquierda con la vista. Había todo tipo de personas-el lugar estaba a reventar- jóvenes, adultos jóvenes y alguno ya mayores, mujeres, hombres, parejas que se tocaban mientras veían el espectáculo y otros dándose consuelo solo. Sebastián llamó al administrador, bastante amigo al parecer. Y le comento mi fantasía.

-     Ese es el número 8 del menú -comentaba el hombre de mediana edad- por ser tu amigo le haré un descuento.- Palmeaba el hombre de Sebastián-. Pero chico ¿estás seguro?- Sebastián también volteo a verme. Miré al público y en ese momento los nervios me ganaron.

Nos quedamos a beber algunos tragos, mientras trataba desesperadamente de encontrar valor.

-  Vamos hombre, ya van a cerrar el bar, vamos.- Insistía él-. Tampoco es tan malo. Al final todos tiene esa fantasía pero poco son capaces de hacerlas. Aunque imagino que tener público debe dar nervios.

-  Cómo que debe, qué acaso tú no los tendrías.- Lo encaraba algo cogido en tragos.

-   - Pues al principio, pero después se me pasaron. Que las personas te vean es más excitante.

-    No me digas que tú si lo pudiste hacer.

-     Más bien era como un favor. No te preocupes tanto.

-    Ya  casi son las 10 de la noche estoy tentando la suerte en cualquier momento todo podría acabar y  yo sin cumplir la lista.

-    -  No es tan malo.- Trataba de alentarme. Estaba apoyado en su hombro-. Solo te falto la mitad  de un punto. 9,5 de 10  está muy bien.

-     En realidad 8,5 de 10. Soy un desastre.

-       ¿Todavía tenías otra cosa por cumplir?
-       
    Número 10. Hacer algo totalmente nuevo e increíble. Algo que nunca se me hubiese ocurrido hacer antes.

-     -  Esa va estar difícil. De todos modos, todavía tienes un poco más de dos horas. Algo se te ocurrirá. Vamos mi apartamento está cerca. Sí te dejo solo eres capaz de acabar con tu vida antes de que llegue el día de mañana.

-      -  Lo que sea. Igual no  lo voy a lograr.- Estaba decepcionado.

Llegamos a su apartamento. Me ofreció algo para refrescarme. Acepte un zumo de limón, el cual  pasó un poco los efectos del alcohol. Me acomode en el sofá, ya estaba recostado. Al final era un fracaso no había podido conseguir una simple lista de diez deberes. Él había estado muy callado. Los minutos pasaron. Los ojos empezaban a pesarme.
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        Martín.- Me llamó-. Sobre el último pedido de tu lista.- Se acomodó sobre mí en el sofá-. Algo que nunca has hecho. ¿Qué te parece esto?- Sostuvo mis manos sobre mi cabeza y me beso de imprevisto.

Con su lengua recorría mi boca sin piedad. En un segundo pensé en detenerlo. Pero empezó a mordisquear mi cuello y se sentía tan bien que no podría pararlo. Además, no era eso lo que quería algo que nunca se me hubiese ocurrido hacer. 9,5 de 10 no estarían tan mal. Lo deje proseguir.

Bajaba sus manos por mi costado mientras se desprendía de mi ropa y parte de la suya. Mordió mi ojera y lamió el costado de mi cuello. Besaba, mordida y lamia despacio toda la extensión de mi pecho. Jugaba con su lengua en mis pezones. A veces los apretaba con sus dientes y los volvía a lamer. Hacia arriba y hacia abajo. Clavaba sus manos en mi cintura. Me levantó obligándome a sentarme en su regazo. Continuó besándome apasionadamente mientras perforaba mi espalda con sus uñas. Quería quejarme por el ardor pero me callaba con sus besos. Empezaba a endurecerme y él lo notó.

Descendió lentamente por mi abdomen. Sostuvo con sus manos firme mi endurecido pene. Acercó más su rostro. Entonces sentí su húmeda lengua recorriendo mi miembro, con determinación, por los costados; seguida de toda su boca. El movimiento y la calidez de su boca provocaban que mi cuerpo se estremeciera en fuertes escalofríos. No podía negar que Sebastián era un experto en esto y aquello.

Tenía la respiración entre cortada cuando se detuvo a punto de que yo me corriera. Volvió a besar mi cuello mientras me llamaba con voz seductora.- Martín... Martín…-. Levantó mis piernas hasta su cadera, ya se había despejado de toda su ropa. Rápidamente empezó a masajearme.- Espera…- trate de detenerlo pero era muy tarde. Me había corrido sobre él, todo su pecho estaba sucio de mi semen. Lo mire a la cara, no parecía molestarle. Pasó su mano sobre su pecho recogiendo una buena cantidad del líquido. Lamió sus labios y sonrío pícaramente.

Descendió sus dedos hace mi entrada. Primero frotándolos contra mi muy lento para luego introducir un primer dedo húmedo por mi semen. Luego un segundo que movía a manera de embestidas y en movimientos circulares que se tornaba profundo. En un comienzo la intromisión me disgusto pero conforme el ritmo y la profundidad aumento se volvía placentero. Él tocó un lugar que nunca nadie había tocado; arqué mi espalda ante el contacto. Sonrío y sin más penetró en mí con firmeza. Más de la mitad de su duro y bien proporcionado miembro estaba en mí.

Se movía con dificultad.- Eres muy estrecho-. Se quejaba.- Discúlpame su majestad-. Trataba de contestarle pero mi voz se escuchaba débil a causa de la excitación.- Yo lo arregló, no te preocupes-. Guiño. Levantó más mi cadera, ejerció fuerza y entró por completo en mí. Se movía con más libertad. Embestida tras embestida sentía como el calor se apoderaba de mi cuerpo, tenía las manos aferradas en el sofá y aunque mis piernas temblaban no quería que parara. Es más si hubiese parado, lo hubiese matado allí mismo. Nuestras respiraciones se entrecortaban. Mordió mi lóbulo y lo lamió despacio. Me vine por segunda ocasión, pero él todavía no parecía satisfecho. Levanto un poco su cuerpo y chocando contra el mío. Me sentía exhausto pero todavía quería más… más… más de él. De no ser por mi lista nunca lo hubiese conocido. Era el destino fijo, un destino altamente existente que se movía con firmeza contra mi cuerpo y me miraba; con deseo y pasión. Lo atraje hacia mí y volví a besar aquellos labios que eran desconocidos pero adictivos. Un beso profundo, una lucha de nuestras lenguas, respiraciones chocando una contra la otra, el sudor frío descendiendo por nuestros cuerpos.

Una última embestida y sentí una calidez húmeda en mi interior que me obligo a correrme junto con él. Respiraba con dificultad todavía estaba dentro de mí. Me miraba desde una arriba, a una cierta distancia de mí cuerpo. Alzó la vista.

-      Vaya si ya son las 12:10 del 21 de diciembre de 2012. Y no ha pasado nada.

-  Tal vez pase más tarde.- Lo acerque. Jugueteaba con su cuello y su cabello húmedo entre mis dedos.

-      Bueno y si no ocurre nada.- Preguntaba con su boca sobre la mía.

-     Bueno, si no ocurre nada.- Ejercí fuerza sobre su nuca-. Tendremos más tiempo para repetirlo.- Lo bese posesivamente una vez más.


Si el mundo debía acabar, que acabara ahora. No me importaba. 

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