sábado, 14 de febrero de 2015

En el final.






Notas del autor: Esto lo escribí en 2010 cuando todos tenía la idea de que el mundo acabaría según el calendario maya y demás. Era de las que le causaba gracias, fue un buen tiempo lleno de memes antes y después del 22. En ese tiempo, tomé todo eso con burla pero en estos días lo recordé y me puse a pensar ¿ Y si hubiese pasado algo es día?

MayBen~

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DICIEMBRE 20 DE 2012
05: 40 PM

Me encontraba de lo más de tranquila sentada en una de las bancas del parque cercano a mi casa. Aunque toda la semana había estado muy fría ese día en particular era una temperatura soportable. Pasé la canción que escuchaba, era muy melancólica y ese día quería sentirme más alegre.


-    -- Miren a quien tenemos aquí.- comentó una voz-. Alce la vista, topándome con varios compañeros de curso.

-     -- ¡Chicos! - Grité feliz saltando hacía el montón de gente delante de mí.

-     --  Cálmate.- Exclamaron algunos-.Tampoco llevamos siglos sin vernos.

-   --  Que malos son.- Hacia un puchero-. No nos hemos visto hace más de 15 días por las vacaciones. Acaso no me extrañaron.

-     -- Jajajajaja. Tan linda.- Una de las chicas revolvió mis cabellos.

-    --  ¿Quieren un helado?- Preguntó alguien que no reconocí.

-     --Pero los chicos deben ir a comprarlo - exclamé- las chicas los esperaremos.
-          Como si no supiéramos eso.- Se dirigieron a comprar los helados.

-     --Que eres mala. – Me sentenció una de ellas.

-      -- Para algo los tenemos.- Rompimos a reír como locas. Varios minutos pasaron.
-          Creo que se están demorando. Vamos a ver qué pasa.

-     -- Vayan yo las espero.- La verdad tenía mucha pereza de acompañarlas.

Las chicas salieron entonces en búsqueda de los helados. Al final, lo que importaban eran los helados. Aunque hacia un poco de frío un helado nunca cae mal.

-   -- Creo que ellas también se demoran.- Volteé para ver quien hablaba. A mi lado en la banca estaba un chico de cabello negro. Pensé que era amigo de mis amigos por eso no me sorprendió su pregunta.

-    --Lo más seguro es que no sepan que sabor elegir.

-    -- Claro. A propósito…- calló un momento- sabes qué día es hoy.

-    -- Jueves… creo- Una vez me encuentro en vacaciones pierdo casi por completo la noción del tiempo- mmmm… sí; jueves 20.- Comentaba después de revisar la fecha en mi celular.

-      -- Y sabes de casualidad… qué pasará mañana.

-    -- Mañana…- dudé en responder- ¿Se acabará el mundo?- en realidad era de lo que todos a hablaban.

-      -- Crees en eso. Crees que el mundo se acabé.

-      -- Quizás. Qué sé yo.- Me encogía de hombros.

-        -- Claro.- Sonrío-. Te gustaría que el mundo se acabará.

-      -- No sé si me gustaría que el mundo como tal termine- Allí iba de nuevo. Yo era lo que se cataloga como rarita y estaba a punto de decir algo de lo más de raro- Por lo menos me gustaría que cambie esta realidad para mi es complicada.

-      -- ¿Complicada?

-       -- Dolorosa más bien.

-    -- Entiendo.- Desvío la mirada. Claro, quién no pensaría que soy rara con esas respuestas-. Sabes- volteó y sujetó una de mis manos acercándose más a mí- si el mundo se acaba mañana solo quería que supieras que te amo.- me besó de improvisto.

-     --  ¡¿Qué te pasa?!- lo lancé lejos y eché a correr.



DICIEMBRE 21 DE 2010
09:40 PM

Todo el día las redes sociales estaban saturadas por lo que creían que iba a pasar el día de hoy. Al final terminé contagiándome de esa fiebre y me vi escribiendo un sinfín de cartas. Si el mundo se acababa había muchas cosas que no había dicho y por lo menos tenerlas escritas contaban como dichas ¿No? Bueno, no importa. Llevaba toda la noche escribiendo cartas en mi habitación que tenía vista al reloj de la catedral que no se encontraba muy lejos. Miré la hora. Se supone que en mi país “el suceso” ocurría a las 10 de la noche.
“…bueno entonces mamá no te sientas mal pero tu comida no es muy…. Bueno lo que dicen buena. Lo siento, pero si te lo decía antes pensaba que iba a quedarme sin comida el resto de mi vida. Moriría de hambre y aunque insípida y todo tu comida se deja comer. Es triste pero todo pensamos eso. Del resto te queremos”


Ese era el final de la carta a mi madre. Que se le iba a hacer era una buena mujer pero no sabía cocinar bien ni un huevo. ¡Alguien se lo tenía que decir algún día!


Sonó mi teléfono. Observé de reojo la pantalla era un número desconocido.

-      --  Aló.

-      -- Hola, cómo estás.

-       -- ¿Con quién hablo?

-       -- Ahh te fuiste corriendo ayer y no me dejaste ni presentarme.

-       -- Acaso eres un acosador. Cómo tienes mi número...

-       -- Estoy cerca de tu casa. Sal un momento por favor.- colgó.

No sé en qué pensaba ese tipo raro. Pensaba que iba a salir;  y si era un sociópata. Valoro mi vida a pesar de todo. Daba vueltas de un lado para otro de la habitación, me tiraba en la cama, volvía a pararme, caminaba. Cómo es posible que vaya a hacer esto; la que debe tener un problema aquí soy yo. Tome mis llaves y salí de la habitación a toda velocidad. Regresé al momento, afuera hacía un frío para congelar la sangre. Tome una chaqueta y volví a salir.

-        -- A dónde vas a estas horas.- Preguntaba mi padre mientras abrir la puerta.
-          Ya vengo.- Contesté retándole importancia.

Lleva esperando casi 5 minutos; miraba de un lado al otro. Dónde está ese tipo. Me sacudí del frío; quizás no había sido buena idea salir sin más de mi casa a toda velocidad ya que solo llevaba una falda algo corta, la chaqueta y unas sandalias a medio poner. Frotaba mis brazos, hacia mucho frío. Mire el reloj 9:55. De momento unos brazos me rodearon con fuerza, sujetando la muñeca donde tenía el reloj.

-       -- De verdad crees que pase algo cuando sean exactamente las diez.

-      -- Realmente no lo sé.- Trataba de darme vuelta pero me lo impedía.

-     --  Si el mundo se acaba hoy… - susurro a mi odio- si el mundo se acaba hoy solo quiero que sepas que te amo.

El corazón me dio un golpe de pronto, una fuerte punzada y un frío que molía los huesos. Y allí estaba yo; esa niña rara que siempre se sentía triste aun con las mejores noticias pero que lo ocultaba con una personalidad extrovertida-porque le parecía injusto estar triste con todo lo que la vida tenía- en brazos de un completo extraño que decía palabras que confundían sus pensamientos, sus sentimientos y sus sentidos.

-       -- Y si…- dudaba- y si el mundo no se acaba hoy.

-      --Si no acaba.- Rió por debajo lleno de satisfacción-. Si no acaba…- Me dio vuelta sin dejar de sostenerme- todavía tendremos tiempo.

-       --Tiempo…

Sonó la primera campanada en la torre de la catedral.

-      --Sí, toda una eternidad a decir verdad.

Segunda campanada.

Tercera campanada.

Empecé a marearme, como si mis fuerzas se perdieran con cada respiro. Mis piernas temblaban y la energía se escapaba de mí.

Cuarta campanada.

Quinta campanada.

Estaba al punto de desmayarme; de no ser por sus brazos que me sostenían con fuerza hubiese caído al piso. Hundí mi cabeza en su pecho.

Sexta campanada.

Séptima campanada.

Buscó mi rostro entre su pecho, sujetando mi cara con una mano mientras con facilidad soportaba el peso de mi cuerpo debilitado con la otra. Alcé la vista, sus ojos fueron recorridos por un resplandor plateado. Me beso posesivamente.

Octava campanada.

Novena campanada.

Me estaba desvaneciendo, ya no sentía ni el frío en mis huesos, ni el piso debajo de mí, ni su calor corporal, tampoco sus brazos, ni el roce de sus labios. La vida se me escapaba en un suspiro. Mi existencia desaparecía.

Entonces lo entendí.

Toda una eternidad.

Décima campanada.


El mundo se perdía, ya no veía nada, no sentida nada. Un fuerte chillido seguido por un silencio aterrador y sus palabras retumbando en alguna parte “toda una eternidad”  es lo último que recuerdo. 

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