Capitulo 1. La apuesta.
Hace un par de semanas que ingrese
de nuevo a la universidad, para comenzar con mi tercer año de arquitectura. No me
considero una persona demasiado sociable, de hecho no tengo muchos amigos, a decir
verdad solo tengo un amigo.
— Me podrías
decir que haces dormido en la mitad de las escalaras.— Le reclamaba al chico que tenia al frente, con
él que me había tropezado mientras me dirigía al segundo piso de mi facultad.
— No tienes
consideración por un pobre estudiante que estuvo desvelado toda la noche
estudiando como un perro.— Me reprochaba el joven que se
empezaba a levantar de donde estaba.
— ¡Ja! Ahora
eres comediante, puedo asegurarte que anoche estabas haciendo de todo menos
estudiar. Ese cuento no me lo puedo creer David. — Le conteste burlonamente, a mi único amigo, ese joven de
tez blanca, contextura delgada y torneada, ojos a veces azules a veces verdes,
cabello oscuro y largo con un pircing en la ceja y a veces en su boca.
— Me has
atrapado. —
Se encogió de hombros—. Realmente estaba haciendo cosas más
interesantes.
— No quiero
saber tus intimidades, ni lo que pasa por tu mente perversa.
— Pero, el que
tiene una mente perversa eres tú. — Se acercó más a mí —.
Yo solo estaba jugando — Rozo con su dedo pulgar mi labio inferior —
es que no me crees. — Estaba tan cerca que podía sentir su respiración—.
Si quieres lo apostamos.
— Ni de broma
apostaría contigo. — Me separe de golpe —. Le
tengo mucho cariño a mi alma como para entregársela al diablo.
— Aseguraba mientras lo señalaba.
— No crees que
estas exagerando. — Movió su cabello indiferentemente y me miro
de manera posesiva. El corazón se me acelero y una corriente fría descendió por
mi espalda, esa era la razón por la que no me gustaba estar a solas con él —.
Camilo ¿Por qué te sonrojaste? — Pregunto tranquilamente.
— Mmmm… e-eso no
importa-a. —
Tartamudee —.
Deberías estar estudiando, ya
iniciaste tu tercer año de medicina o me
equivoco. Qué clase de medico se duerme en las escaleras de una facultad que ni
siquiera es la suya.
— Si ese es el
problema, puedo ir a dormir a la enfermería. Aunque allá esta la enfermera ninfomana de nuestra U. No me dejaría descansar,
en vez de dormir me tocaría ir a trabajar. Por eso me quedo durmiendo aquí. Por
eso y por...
— Se acercó de nuevo.
— ¡Rey, te reto!
—
Nos interrumpieron—. Aceptas o te da miedo.
— ¡Ja! Pobre
ovejita perdida, no sabes en lo que te estas metiendo. Cuando has visto
que el rey de la astucia pierda una apuesta pero si quieres te escucho cuál es
tu reto.
Por esto él era famoso, era
conocido como el rey, un amante de las apuestas de las cuales nunca había perdido
ninguna. Siempre estaba metido en problemas. El peligro era su mayor diversión,
todo lo que significara adrenalina le encanta. Además de ser un casanova, y tener a más de media
universidad detrás de él; entre alumnas, profesoras, trabajadoras, ni el "más
hombre" podía ignorar su encanto. Ni siquiera yo, que estaba perdidamente
encantado con él, lo deseaba con cada parte de mi cuerpo. Pero no era capaz si
quiera de insinuárselo.
— Rey, el reto
es sencillo, un pequeño juego de cartas. Tienes que adivinar dónde queda la J
de corazón.
— Está bien;
acepto el reto. Si yo pierdo que es la ilusión que tienes pero no pasara… qué
quieres.
— Pues, tienes
que pasar una noche conmigo. — Dijo nerviosamente con la cara
sonrojada —.
No es lo que estas pensado, sino
que mi novia no para de hablar de ti y me asegura que si yo paso una noche
contigo hasta yo no dejaría de hablar de ti y pues..
— Si ya entendí.
—
Dijo arrogante, David —.
Ahora te voy a explicar lo que realmente va a pasar; tú vas a mover las cartas
y yo adivinare donde esta la J de corazón, tú perderás y te toca ir a donde
la jefa de departamento, hackear su
usuario y cambiar las notas de 3 personas a las que les debo un favor. Así de fácil.
— Eso nunca va a
pasar. —
Aseguró el chico —. Ahora juguemos.
Él movió las cartas con gran
rapidez, tanto que no podía seguir el movimiento. David estaba concentrado en
ellas, en cada movimiento. El chico paró y sonrió arrogante muy seguro de que
ganaría ese reto.
— Toma.
— Dijo David, extendiéndole un pequeño papel.
— Qué es esto
rey. —
Preguntó intrigado el chico.
— Los nombres de
las personas a las que tienes que cambiar las notas. No vayas a ser tan evidente
de poner 5.0 en 3.4 está bien. — Tomó una carta entre sus dedos
y volteo—.
Es la J de corazón.
— No puede ser,
eres increíble… realmente eres el rey. — Se arrodillo
ante David, y salió de allí.
— No crees que la arrodillada es exagerada. —
Comente.
— Debí haberlo
hecho besar mis pies, cómo se atreve a pedirme ese tipo de cosas delante de ti.
—
Me sorprendí —. Ahora no vas a poder pedir eso, ya sabes mi política de no aceptar un
reto dos veces. — Dijo
con aires de superioridad —. ¡Ahhh, que lastima! no voy a poder tener ese
cuerpo delgado, ni tocar esa tez clara, ni verte a tus ojos cafés cuando estés
totalmente extasiado de tanto placer y te sujetes de mis cabellos, mientras yo
acaricio los tuyos. Deberías dejarte creer el cabello me gusta tu color castaño
pero si lo tuvieras más largo funcionara mejor en mi fantasía sexual.
— Deja el juego
pesado, te parece. — Le dije mientras seguí subiendo las escaleras
—.
Encuentro muy arriesgado lo el
hackear la pc de la jefa de departamento.
— De todos modos lo iba a hacer, pero él me dio
la oportunidad de librarme de ese trabajo. Esa señora es una golosa insaciable
y tengo que atender a mis otr@s clientes.
— ¡ahhh,
olvídalo! eres realmente imposible. — Me despedí moviendo la
mano y él me dedico una sonrisa pícara. Mi corazón se volvió acelerar.
Durante todas las clases no me
pude concentrar. La fantasía sexual de
David recorría mi cabeza ¿lo habrá dicho en serio? No; definitivamente fue un
juego. Es imposible que realmente tenga ese tipo de pensamiento. Pero yo en
cambio… cada día crece más mi deseo por él. Tengo que buscar la forma de que
pase algo entre nosotros.
—Has escuchado,
un tipo reto al rey. — Hablan unas compañeras al frente mío.
— Que iluso, como
si fuera posible ganarle. — Suspiraba otra.
— ¡ Ahhh, tienes
razón! Si supiera que le podría ganar,
le pediría que estuviera conmigo por un año.
— Por su puesto
él aceptaría, y si pudieras ganar lo cumpliría. Ese es el tipo de persona que
es él.
Ellas tenían razón ese era el
tipo de personas que era él y esta era la oportunidad que estaba buscando. A lo
único que el rey no se negaría seria a un reto, sin importar lo muy estúpido
que este sea, definitivamente esta era mi oportunidad.
Al finalizar las clases decidí ir
a la facultad de medicina. Mientras caminaba notaba que todos me quedaban
observando. Quizás no fue tan buena idea el venir aquí. Será que todos notaron
que no estoy en mi facultad, y me ven como un intruso. Me estaba empezando a
sentir incomodo.
— Disculpa. —
Se acercaron temblorosas unas muchachas a mí —. Eres camilo Sifuentes, de arquitectura,
verdad. —
Dijo una de ellas.
— Sí, soy yo ¿me
conocen? —
Pregunte intrigado.
— Cómo no
hacerlo; eres el príncipe de hielo. Eres muy popular, ¿lo sabias? Solo que ninguna chica se atreve a acercarse
a ti porque eres propiedad del rey.
— Que yo soy
propiedad, de quién. — Dije casi atónito.
— Pues mío. —
Dijo David mientras me abrazaba por detrás,
sujetándose a mi cadera.
— ¡¡¡¡¡Kyaa!!! —
Gritaron frenéticas las chicas —.
Rey podrías prestárnoslo, es encantadoramente tierno, aunque tú también nos
gustas.
— Chicas, no
sean tan ambiciosas. A uno o al otro
pero no nos pueden tener a los dos. — Dijo coquetamente David —.
Más si realmente quieren tenernos, podemos apostar. — Lo
sentí reír por lo bajo.
— ¡¡No!! Cómo se
te ocurre rey, no somos nadie para aportar contra ti. — Dijeron
casi al mismo tiempo las chicas.
— ¡¡Ahhh!! Es un
alivio, aquí entre nos, hubiese aceptado ese reto de mala gana. Porque —
me sujetó por la barbilla y me atrajo hacia él, quedaron nuestros
rostros a centímetros de distancia—. No me gusta compartir a mi Cami. —
Dijo seductor.
— ¡¡¡Kyaa!!! —
Volvieron a gritar las chicas.
— Suéltame —
Lo aparte de golpe y salí caminando
lo más rápido que pude. Pare debajo de un gran árbol en unos de los
jardines. Mi corazón latía como loco
aunque mi pulso se debilitaba, mi respiración se entre cortaba, sentía mi
rostro sonrojado. Odiaba que él jugara así
conmigo, siempre me costaba mucho recupérame después de sus escenitas. —
Debería agradecer que tengo mucho autocontrol, sino me lo hubiese comido allí. —
Dije furioso.
— Eso realmente
no me hubiese importado. — Voltee, y lo vi recostado en el
gran árbol —.
No tienes que ponerte así, solo
estaba jugando, si eso es lo que te molesta…
— Claro que eso
es lo que me molesta, qué más pensaste que seria. — Le dije mientras
le esquivaba su mirada.
— Estás seguro. —
Sentía como su mirada penetraba en mí ser, me estaba destruyendo por dentro —.
Me gustaría que fueras más
sincero… pero en fin. — Empezó a caminar, al sentir sus
pasos lo detuve sujetándolo por la camisa.
— Espera. —
Suspire profundo—. Rey
quiero retarte, aceptas. — Lo mire fijo.
— Qué estás
diciendo.
— No sé qué reto
hacer, ni que vamos a apostar, pero te estoy retando. ¿Rey aceptas o no?
— Pequeña ovejita perdida, no sabes en lo que te
estas metiendo. Cuánto has visto que el
rey de la astucia pierda una apuesta. Más si aun así quieres intentarlo; está
bien, apostemos. Será algo fácil, el primero que consiga sacarle una sonrisa al
otro gana. No obstante la apuesta solo podrá ser reclamada el 29 de febrero y
eso si logras encontrar al perdedor ese día. Es el único plazo que hay. Como yo
voy a ganar si te quieres esconderte, no hay problema puedes hacerlo. Ahora lo
interesante, el ganador obtendrá el cuerpo del perdedor a su entera disposición.
Si es que lo entiendes… aun así quieres intentarlo.
— Claro que lo
haré. —
Dije más que decidido.
— Está bien, pequeña ovejita. —
Se acercó a mí y susurró —. Nos veremos en el matadero. —
Presiono mi lóbulo con sus dedos y se marchó.
Me quede inmóvil por unos segundos.
Estaba tratando de digerir lo que acaba de pedir. No estaba confiado de
cómo proseguir, pero algo era seguro, él
no la iba a tener tan fácil. Definitivamente el rey caerá esta vez. Yo seré
quien gane esta apuesta. El rey será solo mío.

No hay comentarios:
Publicar un comentario